La ciudad de San Miguel se mantuvo en Ibatín durante ciento veinte años, desde 1565, año de su fundación, hasta 1685, año de su traslado definitivo a La Toma. Las causas que generaron el traslado fueron diferentes explicaciones: unas vinculadas a la hostilidad de los pueblos calchaquíes pero, como ya hemos analizado estos habían sido derrotados después del segundo levantamiento terminado en 1667. Otras vinculadas a la hidrográfica de la zona con constantes desbordes del río, la mala calidad del agua, las enfermedades endémicas que se generaban.
Cabe advertir que tanto la primera como la segunda explicación por los vecinos que se opusieron a retirarse de Ibatín.
En sus primeros tiempos la región de Ibatín había sido prospera debido a su ubicación estratégica como lugar de paso en la ruta que unía inicialmente Santiago Del Estero con el Perú.
La zona del Potosí se había convertido en una de las ciudades mas importantes del mundo colonial gracias a la actividad mineral y el aumento de su población.
De ese modo las lejanas regiones del Tucumán se transformaron en abastecedoras del Potosí, y el comercio se convirtió en un elemento central de la actividad económica de la región.
No obstante, a fines del siglo XVI con la fundación de otras ciudades se fue reemplazando el camino del Perú por otro que tomaba la llanura hasta la quebrada de Humahuaca.
Esta razón hacia del fines del siglo XVII la comunicación con la ciudad del ibatin se había vuelto cada vez mas complicada.
Las inundaciones entonces fueron parte del contexto en la que ocurrieron discusiones, ya derrotados los calchaquíes, entre los vecinos de Ibatín estaban quienes querían quedarse y los que, por el contrario preferían irse, "La iniciativa del traslado surgió en un cabildo abierto realizado en 1678, después de que el río de tejar inundara la ciudad de San Miguel".
El gobernador Díaz Del Andino solicitó autorización al Rey para trasladar San Miguel de Tucumán a La Toma. De todos modos, costó un lustro tomar la decisión definitiva y organizar el traslado debido a la oposición tenaz de los vecinos que no querían abandonar sus propiedades, entre los que se destaco Francisco de Leorraga.
La Toma era un paso obligado de los comerciantes que iban al Norte. Ya que "el camino del Perú" pasaba por Esteco, Chorromoro y Tapia. También los trasladistas alejaban el problema de las inundaciones la mala calidad del agua y advertían ademas que desde el nuevo asentamiento se podía hacer frente a la nueva amenaza indígena.
Finalmente, el gobernador Fernando De Mendoza y Mate De Luna. puso al frente del traslado al capitán Salas y Valdes. Así en el año 1685 se organizó el traslado definitivo de la ciudad de San Miguel de Tucumán a su sitio actual en la llanura.
La nueva ciudad de San Miguel, al pie de la montaña, contaba con excelentes maderas para la fabrica de carretas, agua suficiente para la cria de ganado y diferentes cultivos, y central mente se encontraba en el camino del comercio de Buenos Aires, Córdoba y el Potosí.
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